En esta época queremos saludarle y enviarle los mejores deseos para el año nuevo de parte de Julio Díez y JCD Facility.
jueves, 24 de diciembre de 2015
lunes, 21 de diciembre de 2015
Las propuestas de Apple y Google para la internet de las cosas
HomeKit y Brillo.
Internet de las cosas. Un concepto al que se le puede sacar mucho partido y para el que estar preparado no resulta nada complicado. El problema es que, la falta de un estándar o solución generalizada ha impedido su popularización. En lo próximos meses llegarán dos propuestas que buscarán no sólo facilitar el acceso, también ampliar su uso: Brillo y HomeKit.
Brillo, la propuesta de Google
Brillo es la propuesta de Google para la internet de las cosas, una plataforma que irá ligada a su sistema operativo Android y que fue Presentado en la Google I/O de este año. A partir de ahora será cuando comenzaremos a ver qué puede ofrecer.
Durante su presentación no se pudieron ver muchos detalles acerca de su funcionamiento, pero sí algunos datos y usos que prometen. El más importante, que Brillo está basado en Android y llega junto a Weave.
Weave es un lenguaje de comunicación para que los dispositivos puedan “hablar” entre sí. Ofrecerá comunicación entre dispositivos a través de Wifi y Bluetooth LE, y lo mejor es que, dotará a los dispositivos la capacidad de autodetectar a otros gadgets que hagan uso del sistema.
La importancia de Brillo es alta porque ofrece una solución a uno de los grandes problemas de la domótica actual: los protocolos de comunicación. Hay demasiadas opciones en el mercado que resulta complicado llegar a tener dispositivos capaces asegurar una interconexión entre ellos dentro del hogar.
Con Brillo y Weave, Goole quiere que todo eso deje de ser un problema. Si lo conseguirá o no lo veremos, pero viendo la cuota de mercado que tiene Android en España y otros países lo lógico es que, se gane el apoyo de muchos fabricantes de accesorios.
HomeKit, Apple también quiere ser parte de la IoT
HomeKit por su parte es la propuesta de Apple, una plataforma al estilo de Brillo pero con un extra (que presumiblemente también ofrecerá Google tarde o temprano) importante: no excluye otras plataformas domóticas.
La solución de Apple, que se dio a conocer antes, está más desarrollada. Aún así, hasta no hace mucho no se finalizó el programa que da acceso a todo los detalles de uso. Por tanto, es ahora cuando comenzamos a ver los primeros productos compatibles.
HomeKit ofrece una plataforma que igualmente busca unificar y facilitar la comunicación entre dispositivos inteligentes y sus iPhones o iPads. Claro que, un dato interesante, HomeKit no excluirá los sistemas actuales de comunicación como ZigBee y Z-Wave.
Esto último es importante porque hay muchos dispositivos ya en el mercado -lámparas inteligentes, termostatos, cerraduras, sistemas de calefacción, etc.- que usan tales protocolos de comunicación. Por tanto, que HomeKit de soporte es un punto interesante. Eso sí, para hacerlo hará falta un nuevo Apple TV que se usará como puente para comunicar dispositivos iOS con el resto. Además de ofrecer la opción de control mediante Siri, el asistente de voz de Apple.
Por lo demás, HomeKit resulta una propuesta de valor no sólo para los usuarios de los productos de Apple sino también para un gran número de fabricantes de accesorio. Porque ya sabemos el gran mercado que hay de accesorios made for iPhone o iPad existente.
La internet de las cosas y la importante de una buena conexión
La internet de las cosas así como el resto de soluciones domóticas son francamente geniales. Es cierto que, por ahora, muchos fabricantes dan palos de ciego y piensan que, por incluir colectividad con el smartphone, ya están aportando valor y utilidad a sus dispositivos. Pero según se vaya filtrando lo que resulta útil de lo que no las ventajas serán más visibles.
En ese momento, tanto Brillo como HomeKit aportarán soluciones a un sector que no termina de despegar entre el público masivo. Los más aficionados a la tecnología ya estamos probando opciones pero aún queda que el usuario menos geek o tecnófilo de el salto.
Para hacerlo no sólo necesita ver todas las ventajas que la internet de las cosas y la domótica en general puede ofrecerle. Y no me refiero a soluciones individuales o cuya única ventaja sea evitar levantarse del sofá para apagar la luz. La idea es que vea que junto al aprendizaje según lo hábitos, horarios, escenas o situaciones nuestros dispositivos serán capaces de adelantarse a las necesidades.
Por ejemplo, encender la calefacción de casa o el aire acondicionado a cierta hora que sabe que estaremos a punto de llegar. O hacerlo según detecte vía nuestro smartphone que nos estamos acercando a casa. Que con sólo pulsar un botón se encienda el equipo de sonido, la tele y se cambie el color y brillo de las luces para generar un ambiente más idóneo con el que disfrutar de series o películas. Incluso avisarnos en el momento que haya algún problema en el hogar si estamos fuera o podamos verificar desde la oficina que todo está correcto.
Miles de posibilidades que, eso sí, requerirán una buena conexión internet en el caso de querer disfrutarlas de forma remota. Porque con tantos dispositivos capaces de conectar con internet para enviar notificaciones, avisos o alarmas es importante que la conexión responda como debe. Por eso, lo ideal siempre que sea posible es optar por fibra. Como ya hemos visto, las conexiones de fibra ofrecen un mayor ancho de banda y, por tanto, mejor rendimiento cuando conectamos varios dispositivos.
La internet de las cosas, Brillo y HomeKit han llegado para quedarse. Si os interesa conocer cómo sacarles más partido u otros datos no dudéis en usar los comentarios. Hay mucho por descubrir y en Anexo M os lo iremos mostrando. Porque todo esto nos permitirá disfrutar de la tecnología, nuestra conexión a internet y del hogar como nunca hasta ahora.
Por Pedro Santamaria,
jueves, 17 de diciembre de 2015
Internet de las cosas: el mundo se cuela en la red
¿Están preparadas las empresas para que millones de objetos cotidianos se conecten a internet?
La industria tecnológica se está preparando para el internet de las cosas, un tipo de computación que se caracteriza por pequeños ordenadores, en su mayoría invisibles y a menudo "tontos" incorporados a los objetos. Estos dispositivos detectan y transmiten datos sobre el entorno y ofrecen nuevas formas de controlarlo.
Desde hace más de una década los tecnólogos han predicho y discutido la llegada y omnipresencia de estos dispositivos. "Se debate mucho sobre cómo llamarlo, pero no cabe duda de que estamos ante el germen de una nueva clase de ordenador", afirma el director del laboratorio de la Universidad de Michigan (EEUU), David Blaauw, que fabrica ordenadores funcionales del tamaño de una letra "o" impresa.
Una de las claves es la aparición de radios muy baratas, grabadas directamente sobre el silicio. Hay una en tu smartphone. Pero ahora los precios han caído hasta los 5 dólares o menos (unos 3,6 euros). Gracias a esta bajada de precios, cada vez es más asequible conectar más cosas a internet, como las tuberías de alcantarillado y los cubos de la basura. En la Universidad de California en Berkeley (EEUU) los investigadores incluso diseñan ordenadores del tamaño de la cabeza de un alfiler para recoger datos de dentro del cerebro y transmitirlos por todo el cráneo. La idea es que el cuerpo humano también acabe uniéndose a la red.
Quizá suene todo demasiado exagerado e inflado. ¿Realmente necesitamos una cafetera inteligente o una nevera con navegador web? Gran parte de los inventos sí que parecen un poco absurdos. En Amazon, los de críticos se lo han pasado pipa con un "vigilante de huevos" digital que cuesta 78 dólares (unos 57 euros) y se dedica a enviar informes a un smartphone sobre qué huevo de los que hay en la nevera es el que lleva más tiempo ahí. "¡Un producto maravilloso!", se reía uno. "Cuántas canas me he ahorrado por no tener que preocuparme de los huevos nunca más".
Pero por cada aplicación fracasada, hay una combinación de sensores y ordenadores que ha aumentado silenciosamente la capacidad de alguna máquina. Desde 2007, por ejemplo, cada coche nuevo que se vende en Estados Unidos lleva un chip en cada rueda que mide la presión y envía los datos por radio al ordenador central del coche. Así empieza a tener sentido. De media, un coche nuevo tiene 60 microprocesadores, según el Centro de Investigación en Automoción. La electrónica supone un 40% del coste de fabricación de un coche.
Según se van abaratando los ordenadores inalámbricos, empieza a ser asequible conectar más cosas con internet, colocando sensores en las alcantarillas, la maquinaria fabril, las luces y los electrodomésticos, por ejemplo.
El internet de las cosas es especialmente importante para las empresas que venden equipos de red, como Cisco Systems. Cisco lleva tiempo profetizando con entusiasmo que 50.000 millones de "cosas" se podrían conectar a las redes de comunicación en los próximos seis años, partiendo de los 10.000 millones de teléfonos móviles y ordenadores personales que ya lo están. Otro de los beneficiarios es la industria de los semiconductores, que mueve 300.000 millones de dólares anuales (unos 219.000 millones de euros). Como señala Blaauw, "cada vez que ha aparecido una nueva clase de computación, los ingresos totales para esa clase han sido mayores que para las anteriores. Si la tendencia sigue, eso significa que el internet de las cosas generará aún más dinero".
Pero el cambio también es doloroso. Las grandes empresas como Intel ya se tambalean por la rápida aparición de los smartphones. Intel, con sus potentes chips que consumen mucha energía se ha quedado fuera del negocio de los teléfonos. Lo mismo le pasó a Microsoft. Ahora ambas empresas, y muchas otras, están esforzándose por encontrar la combinación ganadora de software, interfaces y procesadores para lo que quiera que sea que venga a continuación.
Y esta vez no son sólo las empresas tecnológicas las que tienen que estar atentas. El motivo, según el profesor de la Universidad de Boston (EEUU) Marshall Van Alstyne, es que según se vayan conectando productos normales, sus fabricantes pueden entrar en el negocio de la información, cuya lógica económica se les escapa por completo. Una cosa es fabricar zapatos, pero ¿y un zapato que se comunica? Los productos podrían acabar siendo valiosos principalmente porque sirvan de base para nuevos servicios. "Podrías encontrarte con que los datos son más valiosos que el zapato", afirma Van Alstyne.
En este Informe Especial de MIT Technology Review hemos decidido explorar la gran pregunta de qué nuevos negocios surgirán según se vayan conectando las cosas. Una empresa que está dejando claro cómo pueden ser las cosas es Nest Labs, fabricante de un termostato inteligente de diseño que se conecta a internet. Nest, adquirida por Google este año, ha estado machacando al resto de los fabricantes de termostatos. Pero ahora que tiene una red de termostatos y la puede controlar a distancia, empieza a ofrecer servicios a las compañías eléctricas. Los días de calor puede apagar aires acondicionados de forma selectiva, controlando la demanda.
Las pruebas hechas por Nest con las eléctricas aún son pequeñas. Pero algún día, con unos bits enviados por una red, la empresa puede dejar a una central eléctrica o dos fuera de juego. Así que no es de extrañar que este año, en su carta anual a los accionistas, el director ejecutivo de General Electric, el mayor fabricante del mundo, Jeff Immelt, avisara a sus inversores de que "todas las empresas industriales serán empresas de software".
El investigador de Microsoft y pionero de la revolución informática original, Gordon Bell, cree que nadie sabe exactamente qué forma tendrá la computación con el internet de las cosas. Pero dice que eso no le sorprende. La importancia del ordenador personal y el smartphone sólo quedó clara después de su desarrollo. "El internet de las cosas es una forma de decir que una mayor parte del mundo formará parte de la red", afirma. "Eso es lo que está pasando. Estamos incorporando el mundo en el ordenador. Sólo son más y más ordenadores".
- POR ANTONIO REGALADO
- TRADUCIDO POR LÍA MOYA
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